El eco de las palabras en la terminal

TERMINALResulta curioso ver cómo los viajes más largos, aquellos que nos distancian de la rutina,  comienzan en una terminal… Lo cual no deja de ser una buena metáfora: un viaje es «un principio terminal»… tanto que nos sitúa ante el vértigo de la despedida. 

Quizás por ello en esos momentos de paradoja confusa, o de confusión paradójica, se muestra ante nuestros ojos la incongruencia de una vida prometida que los días se encargan de desmentir. Y creemos que se puede resolver con palabras aquello que no hemos sido capaces de alcanzar con hechos, que renovar una promesa resuelve la primera deuda, que una llamada achica la distancia, o que un «hasta pronto» siempre es verdad…

Es el eco de las palabras en la terminal. Unas llamadas que deberían servir de encuentro, pero que sólo prolongan la despedida en una promesa abandonada hasta el regreso… El momento en el que la sinceridad se acompaña del miedo del quizás y de la certeza de la duda…

Pero nunca se regresa del todo al lugar de partida… Siempre habrá algo distinto en él o en ti que hacen el regreso diferente, imposible…

Y de nuevo las palabras se encargan de confirmarlo cuando toman el silencio como argumento,  para así esperar hasta una nueva despedida.

 

CADA VEZ UNA VEZ MAS-MLA-P

 

 

El hechizo de las flores

MARGARITASi no hubiera aire no habría conjuros, ningún hechizo se puede inocular vía intravenosa ni a través de pócima alguna… Es cierto que magos y meigas han recurrido a fórmulas de todo tipo para alterar las condiciones que pueden resistirse al encantamiento, pero el hechizo, ese quedar embelesado o cautivo, siempre viene en el aire que se va…

Uno no puede quedar cautivo dentro de sí mismo, ni perder unos sentidos preparados para recibir los estímulos del exterior… El cautiverio del hechizo se produce en el aire, y el aire es el aroma que trae, las palabras que no pueden ir a ningún otro lugar, los besos perdidos y aquellos otros que nunca llegaron a darse, los abrazos que esperan aún vacíos, las miradas que todavía no han alcanzado la parábola que las derrota… Todo eso es el aire que nos envuelve, y todo ello forma parte del hechizo…

A veces creo que tú eres aire… por tu ausencia, por no verte cuando vienes y cuando vas, por sentir el espacio que ocupa tu aroma… Por tu hechizo… por esa magia que cautiva y encierra los sentidos a tu llamada.

En algún momento debiste ser flor… quizás por ello tu presencia es distante, y los monosílabos toman la palabra como pétalos que dudan sobre su destino

 

AND THE FLOWER TALKED-MLA-P

La luna llena negra

LUNA LLENANo es la oscuridad la que oculta la realidad, sino la falta de sensibilidad para entenderla…

Nuestra retina está preparada para la luz, pero no sólo para ella. Las células que contiene se estimulan de manera diferente ante las distintas intensidades de luz. Cuando la luminosidad es alta son los conos los que mandan el estímulo hasta el cerebro para darle significado a lo que vemos. Cuando la luz llega tenue, inclinada, cansada… son otras células las que se estimulan, los bastones, como si fuesen necesarias para caminar entre la penumbra apoyados sobre ellas.

Con frecuencia despreciamos ese susurro de imágenes que nos mandan los bastones, como si en sus grises fueran imperfectas, como si estuvieran incompletas entre las sombras, como si sólo el color y lo evidente tuviera sentido…

…Como si sólo lo visible fuera verdad.

Olvidamos que hay momentos que se ven mejor a la luz dubitativa de una vela, que las calles estrechas se abren bajo un farol, que la compañía ocupa todo el espacio bajo las estrellas…

La imaginación, el recuerdo, los sueños, la ilusión, la esperanza… también el miedo, la duda, la confusión… se perciben más con esos bastones que se han ido de la retina a otros rincones, para así poder ver en la oscuridad de la distancia, en las tinieblas de la ausencia o en el túnel del mañana…

Si todas esas células estuvieran en nuestros ojos seríamos capaces de ver en la más densa oscuridad, pero sólo veríamos lo mismo que bajo la luz… En cambio, al estar dispersas por nuestra alma, somos capaces de ver lo que aún no existe y, también, lo que ya dejó de existir…

Por eso, en algunas noches de verano, entre las montañas o sobre el mar, se puede ver la luna llena negra con esa tenue luz que tanta intensidad pone a la vida…

 

NEGRO-MLA-P