Crónica de un comienzo anticipado

VENTANA-LUZDamos más importancia a aquello que acaba que a todo lo que continua o a cada cosa que comienza… El final aparece con la rotundidad de su objetividad, y aunque ya sea tarde, con frecuencia se percibe más como una advertencia de lo que puede ocurrir que como una realidad de lo ya sucedido.

Esa especie de advertencia centrada en el pasado es la que hace de las crónicas sobre finales algo muy creíble, como si el relato tuviera un matiz de irremediable, de destino por alcanzar, de profecía… cuando en verdad ya ha sucedido y las palabras se han rubricado sobre los hechos.

Sin embargo, el comienzo no cuenta con un relato previo. Parece que la simple referencia a ese inicio, en lugar de un anuncio para que suceda, puede actuar como una especie de maleficio para romperlo y deshacerlo en la nada… Quizás por ello, al contrario que en el final, ni siquiera cuando ya ha comenzado la historia, el momento, la relación, el instante… se quiere hablar de ello; como si al hacerlo pudiera perderse en la espera o en el error.

El comienzo prefiere la sorpresa renovada, una confirmación para seguir, buscar razones que lleven a continuar, porque continuar es volver a empezar cada vez… Prefiere la palabra en los labios, la mirada en el aire… antes que un relato cerrado que siempre sabe a final…

Y es que la crónica del final se empieza a escribir antes de que se produzca, mientras que la del comienzo no se escribe nunca, salvo como parte de ese último relato ya cerrado.

Quizás ese sea el error, esperar el final como una verdad incuestionable y anticipada, y negar el comienzo incluso cuando ya ha sido… De ese modo, un final siempre anticipa otro, mientras que un comienzo ni siquiera garantiza su propia continuidad…

Nos han programado para la culpa y las caídas… y hay quien mira a las piedras del camino como una oportunidad…

NACE SEPTIEMBRE UNA TARDE DE AGOSTO-P

 

El orden ilógico de los días

CALENDARIOSi en lugar de la sucesión de las fases de luz y oscuridad que surgen de la rotación de la Tierra, hubiéramos adoptado otro criterio para marcar los días, por ejemplo, la sucesión de alegrías y penas, de amor y desamor, de palabras y silencio… tendríamos una conciencia más clara de nuestra propia vida, y de todo el significado de lo vivido.

No dejaríamos en manos del tiempo aquello que no puede solucionar, ni confiaremos en un mañana algo que sólo puede ser hoy…

Cada persona tendría su edad particular hecha de las idas y venidas entre la pena y la alegría, entre el amor y el desamor, entre las palabras que van de una a otra y el silencio que las separa. El carnet de identidad sería de sentimientos, no de edad, y moriríamos jóvenes, porque siempre se podrá haber amado más, incluso desde la pena triste del silencio.

ANTES-P

 

Si el orden de los días fuera otro, el antes siempre formaría parte del ahora, y habría vidas eternas en esos sentimientos que permanecen más allá de los días, aunque quedaran en soledad…

Tú estarías siempre cerca, sin que mis años te extravíen por los días y las noches, y sin que me sienta perdido cuando no te encuentro entre tanta distancia y en algún quizás…

ANTES QUE NADA-P

 

 

El ningún lugar de los viajes

NINGUN LUGAR VIAJESHay viajes a ningún lugar, cualquiera se ha encontrado en uno de esos destinos sin esperarlo o sabiendo que no habría remedio tras aquel primer paso…

Pero de lo que a veces no somos conscientes es de esos «no-lugares» que hay en cada viaje, de los rincones que se presentan sin esperarlo al cruzar una avenida, al doblar la esquina de una calle que se estrecha, al mirarte a los ojos o al rozarte la mano mientras cruzamos de acera….

Son espacios de ausencia que no se encuentran en las guías turísticas, que se pierden en el tiempo para confundir destino y recuerdos, puntos de vista y de partida, lugares de regreso y de reencuentro… Por eso no están garantizados ni se alcanzan al buscarlos; son ellos los que llegan hasta ti y los que luego te abandonan para esperarte en un nuevo destino, en otro «ningún lugar».

Por eso hay fotos que resumen un viaje sin que lleguemos a entender por qué, imágenes iluminadas por el reflejo de algún «no-lugar» que permanecen más allá del momento, los píxeles y el fondo de pantalla…

Y lo intentamos… Tratamos de volver a esos destinos en busca de aquello que, sin saber muy bien por qué, hizo de él un viaje especial, pero no fueron sus calles grises ni sus avenidas de colores, no lo hizo el paisaje, ni sus aromas, tampoco la luz ni la noche que no llegó… Y fracasamos…

Es muy difícil encontrar una mirada en un mapa o un roce de manos con el GPS.

Las huellas sólo te llevan al destino, el encuentro siempre sigue un camino diferente…

 

REENCUENTRO IMPOSIBLE-P